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jueves, 3 de enero de 2008

Tócame...


Cada sábado era el mismo ritual, ella luego de una noche intensa y desenfrenada llena de alcohol, drogas y luego de bailar hasta caer rendida, se despertaba con los suaves acordes de una armónica pegada a su oído, era él, un joven solitario que le pidió en arriendo el sótano para ensayar esos días de invierno.
Al verlo por primera vez lo encontró tierno, con cara de niño bueno, él, 23 años, ella 34, ambos solteros y con vidas muy similares, bohemias ambas vidas, ambas vidas solitarias, pero con mas de una década de desfase.
Sebastián tenia un don que sabía ocupar con tal precisión que cada vez que tomaba la armónica se fusionaban, eran uno, sus labios pegados al metal parecían pertenecerse, parecían estar tan compenetrados y tan sincronizados que entre sus manos se perdía el instrumento dando la impresión de no existir dos, sino solo uno, ella lo espió varias veces, bajando al sótano envuelta en una sabana, mirando por el borde de la puerta, estaba tan concentrado, tan inmerso en su música que no notó nunca la sombra bajo la puerta .
A ella le encantaba escuchar esa música, blues, tan sensual, tan intensa, sugerente, le provocaba pasión, un fuego dentro que solo la entrega podía apagar, pero su vida solitaria la dejaba solo con la intención sin llegar al hecho.
Amanda sentía que su vida a pesar de ser tan alocada era plana, le faltaba algo, un toquecito de misterio, de intriga, de jugueteo, de condimento, ese que todos necesitamos alguna vez.
Un sábado cualquiera al entrar en camisón, uno que apenas le tapaba el cuerpo a la cocina para tomar un café lo encontró ahí, sentado mirando al piso…
Te he visto.- le dijo él
Me has visto qué?.- preguntó ella intrigada
Te he visto mirando y escuchando lo que hago, porqué lo haces?.-
Porque me gusta.- respondió ella
El era un chico muy serio, cada vez que se encontraban la miraba sin sonreír, bajando rápidamente la vista y apenas dejando escuchar su voz.
Te molesta?.-, preguntó ella sin tapujos, se caracterizaba por ser muy directa.
No, solo me parece curioso, pero últimamente no lo has hecho.-
Jajaja, no me digas que me extrañas?.- preguntó riendo
Luego de eso, él se paró y se fue
Algo gatillo en ella que salió a buscarlo tal cual estaba, estaba lloviendo y hacía frío, salió al patio corriendo tomándolo del brazo y dándolo vuelta a su cara.
Perdona, no quise ofenderte, no creo que sea para tanto.- le dijo mientras la lluvia caía en sus cuerpos, de pronto, sus miradas se perdieron en sus pupilas, se miraron fijamente por un largo tiempo sin decirse palabras, se acercaron con sus rostros empapados y un beso mojado dejó en claro lo que ambos buscaban.
El piso era de tierra y con el agua se hizo resbaladizo, un barrial se había formado en el patio, ella a pies descalzos y él con zapatillas no podían mantener el equilibrio, eran tan apasionados los besos, tan llenos de deseos que de pronto cayeron al suelo, entre risas él comenzó a sacarse la ropa, no le interesaba el diluvio que caía, ella disfrutaba de la lluvia en su cuerpo, sintiendo como él acariciaba sus piernas, sus muslos, como besaba sus labios, su cuello, sus pechos erguidos a pesar de su edad, sentirlo la estimulaba mas y mas, él por su parte dejaba notar a través de su pantalón las ganas de estar dentro de ella, las ganas de poseerla, ya no aguantaba mas, de pronto, ella sin que se lo pidieran se despojó del pequeño camisón, quedando desnuda a merced del agua y de los deseos de ese jovencito inquietante, lo miró con una cara tan deseosa que él no demoró en quedar sin sus ropas, dejando ver su masculinidad y virilidad en todo su esplendor, rápidamente le abrió las piernas para envestirla con fuerzas, pero ella, haciendo gala de la experiencia que sólo los años entregan, tomó su falo suavemente, estaba muy duro y lo metió en su boca, lamiéndolo con gusto mientras miraba su rostro, lo chupaba con tal delicadeza que él sentía explotar en cualquier momento, él no podía creer lo que ella le estaba haciendo, solo disfrutaba sin creerlo riendo de placer, el espectáculo era una delicia, ambos desnudos en el suelo barroso, mojados, teniendo sexo furioso, dejándose llevar tan solo por sus instintos, de pronto no dio mas y le avisó que acabaría y ella paró, mirándolo con cara de morbosidad, de ganas y se montó sobre él meneando sus caderas mientras sus pechos se movían conforme lo hacía, estuvieron así por algunos minutos, por unos largos minutos, se escuchaban gemidos, quejidos, risitas entre cortadas, placer, solo placer la lluvia mojándolos, sus manos resbalando de sus cuerpos, el calor, el frío, el deseo, y de pronto se escuchó un grito unísono que dio por terminado en una sacudida compartida el deleite de pertenecerse por esos instantes, fue exquisito, Tita cayó sobre el pecho de Sebastián cubriéndolo de la lluvia, fue algo tan loco que no reaccionaban aun de lo que habían vivido, de pronto, ella lo miró y le dijo:
Quiero que me toques como a tu armónica.-
Cómo?.- preguntó sorprendido y sonriendo
Si, quiero tener tus labios entre mis piernas y que me toques como a ella, quiero sentir esa pasión que le entregas, quiero eso, quiero que tu lengua recorra mi entrepierna dándome el placer que me produce escucharte, pero ahí, donde yo quiero ahora.
No se dijo mas, él la tomó acostándola en el suelo, abrió sus piernas y comenzó a lamer y lamer sin parar, luego su lengua toco el clítoris dando rienda a un gemido de placer gigantesco, supo dónde estaba su punto y abusó de el cuanto quiso, ella acabó una y mil veces, hasta que le rogó no seguir, le ganó el placer que ese muchacho le entregó…
Después de eso, se despertaba siendo una armónica, su muchacho la tocaba como a su instrumento, enredado entre sus piernas y sabanas cada sábado por la mañana…


Lucrecia

3 comentarios:

Nuntucket dijo...

no debí leerlo....
ya hablamos de esto ¿no?

¿Te conté que mañana parten mis clases de armónica?

Anónimo dijo...

Un hecho común...! Toda el frenesí de la creación hasta el delirio...! Solo una mujer.., nada más...: nada menos!!

Anónimo dijo...

Anteo..."Nuntucket...? Nunca debi leerlo...?"