Seguidores

miércoles, 21 de noviembre de 2007

A mi Padre


En cuantas pesadillas te he perdido
O en la misma realidad me imagino ese nefasto día,
Y sin quererlo lloro desconsolada con algo que algún día pasará.
No quiero sentirlo, pero el dolor me embarga…
Tus manos anchas y ajadas son la muestra viviente de un pasado de esfuerzos
Y me miras con tus ojos cansados esperando una palabra mía
Te amo más que a nadie.- me gustaría gritar a los cuatro vientos,
pero la vergüenza que me da demostrarte lo que siento ahoga esas palabras que disimulo con una caricia.
Te amo y si pudiera daría mi vida por hacer las cosas bien y poder llenarte de comodidades, pero en la realidad solo puedo darte las gracias por haberme amado.
Cada vez que cuentas historias ya contadas te pongo la misma atención buscando detalles que has excluido en otras versiones para guardarlas como tesoros en mi mente y no olvidar tu voz, tu calma, tu sosiego, te admiro tanto, por tu fortaleza de espíritu, pero al mirar hoy tu cuerpo débil y tus manos temblorosas al sorber de la cuchara un poco de sopa vuelven a mí los miedos de perderte, quiero decirte con el alma blanda por tu carita y el corazón sangrando por tu gran cariño hacia mi, que eres lo mas grande que tengo y que a pesar de nuestras diferencias de opinión, eres lo mejor que he tenido y espero seguir tus pasos, que aunque lentos hoy, van seguros y con la frente en alto...
Lucrecia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hasta aquí tu obra derrama cántaros de amor!
Mario.